lunes, 14 de marzo de 2016

Brevísima introducción a Zubiri.

Presento una breve síntesis de los dos conceptos fundamentales de la filosofía de Zubiri: realidad e inteligencia sentiente.





En mayo de 1983, pocos meses antes de su muerte, en la presentación de Inteligencia y logos e Inteligencia y razón recordaba Zubiri el propósito que había guiado su quehacer filosófico.

"Mi vida intelectual ha transcurrido como una corriente bordeada y encauzada por dos riberas. Una, la idea de liberar el concepto de realidad de su adscripción a la sustancia. Las cosas reales no son sustancias, sino sustantividades. […] La otra ribera es la de liberar la intelección, la inteligencia de la adscripción a la función de juzgar".

En cuanto a la intelección humana no aceptó la distinción entre sentir e inteligir, afirmando que ambos constituyen momentos de un solo acto de aprehensión de lo real. Sentir e inteligir constituyen estructuralmente una sola facultad, la “inteligencia sentiente”. Pues bien, según Zubiri, es la intelección sentiente la que confiere a la mente humana su carácter absolutamente singular: el ser humano es el único con capacidad de sentir las cosas reales en tanto que reales. Por la intelección sentiente las cosas quedan en el hombre como realidad.  Por el puro sentir las cosas quedan en el resto de animales como estímulo. Zubiri, pues, no identifica lo real con lo existente, sino con lo que es percibido como realidad. ¿Qué significa percibir las cosas como realidades?
El sol existe, está ahí, iluminando y calentando nuestro planeta desde hace miles de millones de años, mucho antes de que apareciera la vida y mucho antes de que apareciera la especie humana. Existe, sí, pero "estricta y formalmente" no es realidad si no es inteligido por el hombre. El sol existe y como cosa que existe puede ser percibida de distintos modos. Un perro, por ejemplo, no percibe al sol como realidad. ¿Cómo lo percibe entonces? Siente, entre otras cosas, el calor del sol que le calienta a él. Siente que existe un objeto exterior independiente de él de donde proviene el calor, pero sólo en cuento que le impone un modo de conducta (p. ej., ponerse a la sombra). Para el perro sólo hay sol porque le provoca ciertos estímulos. El hombre, sin embargo, siente el calor y siente que ese calor proviene del sol, de una realidad externa a él. Siente el sol como objeto que existe por sí mismo, no en función del calor que le proporciona a él; lo siente como algo independiente de él. El hombre, animal de realidades, siente el sol como una cosa real “en propio”, con unas propiedades y características que le pertenecen al sol, que no son sólo un estímulo para un sujeto perceptor.  A esas propiedades Zubiri las llama “notas”, porque además de ser propias de la cosa, de ser suyas, nos notifican lo que la cosa es (su dimensión talitativa) y nos notifican que esa cosa es real (su dimensión trascendental). Las notas del sol nos notifican cómo es el sol (un disco amarillo, abrasador, cálido, luminoso, deslumbrante, etc.) y nos notifican que el sol es real. El perro sólo siente el sol como estímulo, no como realidad objetiva independiente del sujeto que la percibe. El hombre sí lo siente como tal realidad objetiva e independiente del sujeto perceptor. El hombre hace real a la cosa, la “reifica”.

Las cosas existentes, sólo en “formalidad de realidad”, es decir, quedando en nuestra percepción como cosas reales, son formalmente reales. Además, sólo es estrictamente real lo la realidad que se hace presente en la percepción humana por las notas que posee “de suyo”. El sol queda en nosotros como realidad gracias a sus notas, esto es, por su brillo, por su calor, etc. pero además de “tal” contenido propio de la cosa, percibimos algo más: ese más es su inespecífico carácter de realidad, su carácter trascendental. Concebir el sol como una divinidad a la que ofrecer sacrificios, como una estrella de tamaño medio alrededor de la cual, en órbita elíptica, giran la tierra y los demás planetas del sistema solar, o de alguna otra manera según la mitológia, la religión o la ciencia, está fundado en el quedar el sol en la impresión como realidad. Concebir o juzgar o razonar no son actos primordiales y radicales de la intelección humana, sino que son ulteriores a la aprehensión primordial de realidad que nos sitúa en la realidad para, a partir de ahí concebir, juzgar o razonar. El astrónomo que estudia la actividad de las manchas solares puede realizar su actividad científica porque ha percibido al sol como una realidad; lo mismo ocurre con el sacerdote que abre el pecho de un hombre para arrancarle el corazón y ofrecerlo al sol. Si el astrónomo y el sacerdote aprehendieran el sol como estímulo nunca podría darle sentido. La razón humana, la mitología, la religión, la ciencia, todo lo que da sentido al mundo se funda en la aprehensión primordial de realidad. El hombre es primero animal de realidades, y después, y sólo por serlo, todo lo demás.

Este es el puesto del hombre en el cosmos: notario y testigo de la realidad. Solo en la percepción humana el sol es por sí mismo real. Parece una paradoja, pero no lo es. En un mundo sin seres humanos no habría realidad porque no habría ningún ser que percibiera las cosas como realidades. Habría un cosmos: una riquísima y variada infinidad de cosas existentes conectadas entre sí que, como mucho, no pasarían de ser estímulos para las demás cosas. Nunca serían realidad, nunca algo independiente del perceptor, nunca realidad “en propio” o “de suyo”, porque eso sólo lo son en la percepción humano. No habría mundo, porque sólo el hombre tiene un mundo, sólo el hombre percibe la realidad en tanto que real. Si despareciera del cosmos el único animal dotado con la capacidad de aprehender las cosas como realidades, de percibir la dimensión trascendental de la realidad, desparecería también la realidad estricta y formal, de la misma manera que desparecerían los colores si desaparecieran los animales dotados de sentido visual. Este es el sentido radical de la definición zubiriana de hombre como animal de realidades.

 José Javier Villalba Alameda


1 comentario:

  1. Excelente síntesis de la idea zubiriana de hombre como "animal de realidades". A mí esto de que la inteligencia siente ante todo el ser me recuerda, claro, a Aristóteles, su noción de ousía como soporte de todas los demás modos de ser, como categoría sustancial. Y también a Tomás de Aquino cuando repite que lo primero que capta la inteligencia teórica es el ser, igual que lo primero que capta la práctica es el bien. En efecto, aquello que apetecemos es sentido como bueno y aquello que conocemos es sentido, ante todo, como real.

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